martes, 29 de noviembre de 2016

Cólico del lactante: qué hacer (y qué no)

         El cólico del lactante, un llanto que parece interminable.


¿Tu hijo llora sin consuelo durante horas? Lo más probable es que sufra cólicos del lactante. Descubre cómo puedes aliviarle y qué medidas es mejor evitar.

Así puedes identificarlos

Para saber si tu pequeño padece cólicos del lactante (que afectan a uno de cada cinco bebés), debes observar si manifiesta estos síntomas:
  • Llora más de tres horas al día, un mínimo de tres días a la semana.
  • Su llanto es similar a un grito y se agudiza por las tardes.
  • Durante la crisis el pequeño se pone colorado, agita los brazos, aprieta los puños y flexiona las piernas llevándoselas hacia la tripa.
  • Si además vomita, tiene fiebre y/o retira la carita cuando le das de comer, llévalo al pediatra enseguida, para que le explore y averigüe si en vez de cólicos padece otro problema.

Tu bebé necesita masaje en la tripita, altas dosis de paciencia y mucho amor.
Uno de los momentos más difíciles de la maternidad es ver llorar a tu recién nacido y no lograr calmarlo con nada. Y es que por más que lo arrulles, lo acaricies, le ofrezcas el pecho o el biberón o intentes dormirlo, tu bebé llora y llora desconsoladamente.
Estás a punto de sentarte a llorar con él o de salir corriendo… Y no funciona que te digan que tengas paciencia, porque estás desesperada, pero créelo: es cuestión de mucha, mucha paciencia.
Te enfrentas a los famosos cólicos del lactante, que no necesariamente tienen que ver con dolor de estómago sino que describen el nerviosismo o la irritabilidad de los menores de cinco meses. De hecho, no hay una explicación única que justifique que un bebé llore incansablemente durante dos o hasta tres horas por varios días. Los expertos le han dado el nombre genérico de “cólico” y recomiendan tratarlo con amor.
Así como lo lees. Tu bebé necesita que lo tomes en brazos, que lo acerques a su pecho y que le demuestres que no está sólo. Se siente perdido en este mundo extraño al que apenas empieza a adaptarse y es posible que descargue todo su “estrés” con el llanto. Muchos lloran más o menos a la misma hora cada día y para algunos es relajante que los sostengan boca abajo, con una mano firme en la tripita.
Los masajes también son importantes y deben concentrarse en el estómago. Utiliza aceite de almendras dulces para que el contacto con la piel de tu bebé sea lo más suave y relajante posible. Pasa primero una mano sobre su tripa con un movimiento circular (en el sentido de las agujas del reloj) y luego pasa la otra mano, haciendo el mismo movimiento y al final poniendo un poquito de presión en la zona intestinal. Es probable que tu bebé tenga gases y este masaje puede ayudarlo.

Si los masajes no parecen funcionar vuelve a tomarlo en brazos y prueba a cargarlo y consolarlo en diferentes posiciones. Si estás segura de que no es hambre, no le ofrezcas el pecho o el biberónporque puede ser peor: asociará el alimento con su malestar y no con un momento placentero.

Una infusión de manzanilla  para bebés también pueden calmarlo; lo mismo que una toalla o bolsa con agua tibia (¡cuidado con la temperatura!) sobre el estómago.
Cada bebé es un mundo así que prueba todo lo que se te ocurracantos, susurros, ruidos intermitentes (como el tic tac de un reloj) o incluso, un ruido fuerte (como el de un secador) pueden ser soluciones.
Y no te sientas mal si estás desesperada. Es normal que te sientas desbordada y es mejor que pidas ayuda. Sal de la habitación y entrégale el bebé a otra persona que pueda consolarlo. Si tú estás tan tensa, difícilmente podrás ayudar a tu pequeño a superar su malestar.