viernes, 16 de octubre de 2015

La intolerancia a la lactosa



Hoy en Granafarma vamos a hablar sobre un problema que puede suponer un verdadero inconveniente en aquellos que lo padecen ya que pueden tener que modificar sus hábitos alimenticios y tener mucho cuidado con comer fuera de casa.

Se trata de la intolerancia a la lactosa, esa reacción que tiene nuestro cuerpo cuando nuestro estómago no puede asimilar bien este componente produciendo ciertas reacciones.

Para muchos niños tomarse un helado o beberse un vaso de leche para desayunar significa sufrir durante el resto del día dolores de estómago, diarrea y gases. Probablemente los niños que experimenten estas molestias tras consumir productos lácteos sean intolerantes a la lactosa.

Esta afección es más común en personas hispanas, asiáticas, africanas y nativos americanos. Pero en el caso de los niños puede ser algo pasajero que ocurre tras consumir ciertos antibióticos o tras sufrir infecciones gastrointestinales.

La intolerancia a la lactosa ocurre cuando el cuerpo produce una cantidad de enzima lactasa insuficiente, la cuál es necesaria para dividir la lactosa en dos azúcares llamados galactosa y glucosa.
Cuando en el cuerpo no hay bastante lactasa, la lactosa no puede dividirse en el intestino delgado y pasa directamente al intestino grueso y allí las bacterias lo fermentan transformándola en ácidos y gases. Durante este proceso se pueden sentir dolores abdominales, diarrea y gases entre 30 minutos y un par de horas después de haber consumido lactosa.

Éstos síntomas son muy graves en algunos niños llegando al punto de que sus sistemas digestivos no toleren la lactosa en absoluto, en cambio en otros los síntomas puedes ser más leves y sólo se debe reducir la cantidad de lácteos que tomen.

Con algunos cambios en la dieta podemos controlar la intolerancia a la lactosa, incluso reducir el malestar.

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