Como sabemos, el volver al colegio tras las vacaciones no suele ser fácil para los niños, y durante esta transición pueden llegar a experimentar algo muy parecido al síndrome postvacacional.
Esta situación supone todo un estrés ya que durante el verano no han tenido ni obligaciones ni horarios la mayoría de ellos, y ahora se deben enfrentar a un montón de cosas como nuevos horarios, nuevas clases, nuevos compañeros, etc.
Pueden experimentar ansiedad, tristeza, irritabilidad, pesadillas nocturnas, insomnio, alteraciones en la alimentación incluso vómitos o diarreas.
Por suerte, estos síntomas van a desaparecer a la semana o 10 días del comienzo del curso, pero para hacerlo más fácil podríamos adoptar unas pautas:
En primer lugar, con una semana de antelación podemos ir alterando sus rutinas para parecerse a las que va a tener en el horario escolar, como horarios de sueño, las horas de las comidas, etc.
Por otro lado, saber escuchar sus miedos e inquietudes y calmarlos con serenidad y cariño puede ser un gran paso para reducir su estrés.
También es muy importante evitar que los niños noten o vean exteriorizada la ansiedad que pueden sufrir los adultos por pasar por algo parecido al volver al trabajo tras sus vacaciones.
Si fomentamos que durante estos días los niños compartan tiempo con sus compañeros fuera del agua se puede adaptar mejor ya que el ir a clase se convertirá en una forma más de ver a sus amigos.
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